...Esclavo del viento y de todo lo que él ha decidido para ti...

][Una Iglesia. Desnuda. Un centenar de personas. Algunos en pie, otros sentados, algunos apoyados en aquellas grandes columnas antiguas oscurecidas por el tiempo pasado, por las muchas oraciones escuchadas, por los dolores sufridos. Los suyos, los de muchas personas. Los de los demás. Y después esta mi dolor. Aquí presente. El dolor de no haber sabido ser del todo protagonista de mi vida, de haber perdido solo el tiempo…Y además, para esto. Juzgar (…) No me puedo creer como no me di cuenta entonces. Repentinamente me percato de que todo se me ha escapado de las manos. Como enceguecido por quien sabe qué razón, he corrido furioso, ciego y rabioso hacia quién sabe qué justicia. Y sólo ahora entiendo cuanto he fallado. En mi papel más sencillo. No se me pedía nada mas, nada, solo el silencio. No expresarme. Entre otras cosas, porque no tenía títulos, ni papel, ni poder, ni derecho…Nada. Nada que me diera esta facultad: PERDONAR. Perdonar. ¿Quien soy yo para perdonar? ¿Quienes somos nosotros para perdonar? ¿Quienes somos para agenciarnos ese título? Y sin embargo, tozudo, egoísta, ciego, he querido convertirme en juez, Sin ningún derecho, sin ningún papel, sin ningún mérito, sin un porqué. Sin…prosopopeya. Presa de quién sabe qué, de qué voz escuchada, fruto de esa burguesía tan insulsa…Y después, algo aún peor. No sólo arrogarse el derecho a perdonar, sino no saber ni siquiera hacerlo. No perdonar. Eso. Estoy aquí, en esta Iglesia, en silencio. Y estoy mal. No hay nada peor que sentir como la vida se te escapa de entre las manos como si fuera arena,que pensabas hace tiempo que era tuya y que, en cambio ya no te pertenece. Como si estuvieras de pie, inmóvil, por casualidad, en una fábrica cualquiera, esclavo del viento y de todo lo que él ha decidido para ti. Ya no tengo nada entre las manos, ya no me queda nada. Y me avergüenzo. Miro a mi alrededor (…) Falta alguno…Sobra también alguno. Pero no me apetece pensarlo. Esta es una de esas cosas que se deben hacer para quedar bien, porque nunca se tiene valor de ser coherente hasta el fondo, porque nunca se sabe que nos espera…No, no quiero ni pensarlo. Hoy no. Además a mi alrededor hay mucha gente de la que nosé ni siquiera el nombre. Parientes lejanos, primos, tíos, amigos de la familia, personas que recuerdo solo por fotos descoloridas, recuerdos confusos de fiestas, de momentos pasados, más o menos felices, de sonrisas, de besos y otras cosas, qué se yo, de quién sabe cuántos años hace. Un cura ha leído un texto. Ahora está diciendo algo. Intenta hacerme entender que todo lo que está sucediendo es bueno para nosotros. Es bueno para mí. Pero no consigo seguirle el hilo. No, no puedo. Mi dolor es tan grande. No consigo pensar, entender, aceptar, estar de acuerdo… ¿Como puede todo esto ser bueno para mí? ¿Cómo, de qué manera, porque absurda razón? Ha dicho cosas, me ha contado mil historias, me ha hecho promesas…Pero no logra convencerme. No. Sólo estoy seguro de una cosa: (ya no estáis). Eso es lo único que tengo claro, y con eso me basta. O mejor dicho, no me basta para nada… (Os echo de menos) Echo de menos el tiempo que no tendré para viviros otra vez, para poder deciros lo que ahora he entendido. Y lo digo en silencio. Pero vosotros me oís (…)
Poco después todo se ha acabado (…) Varias personas vienen hacia mí, me abrazan, me dicen cosas, me dan la mano. Pero no puedo sentir, entender…Intento sonreír, decir gracias, NO LLORAR. Si, sobre todo no llorar. (…) Pero no puedo. Y no me avergüenzo. Estoy llorando. Estoy sollozando. Es un desahogo, una liberación, es el deseo de ser otra vez niño, de ser querido, de volver atrás, de no querer crecer, de necesitar su amor puro (…)][
][Tengo ganas de ti][